En mi niñez conocí por primera vez algunas cosas que me asombraron.

Vivía en casa de mis abuelos en el centro de la ciudad y siempre veía a gente en casa. Esta casa en su parte exterior era una sastrería y mis tíos eran los sastres. 

En la misma calle donde vivía habían tiendas y había una enorme donde se vendían ropa de todo tipo. 

Allí conocí a Nicolás, mi amigo de la infancia. Sus padres eran dueños de esta tienda.

Nicolás era hijo de madre Italiana y padre árabe.

No se como nos hicimos amigos pero siempre Nico iba a mi casa y desde la puerta del corredor (al costado de la sastrería) me llamaba  diciendo: Roberrrrrr, y escuchaba sus llamadas cada mañana, era obvio que él se sentía a gusto con mi amistad y yo me sentía bien con la suya.

Las edades en que interactúanos más fueron entre los 8 a 12 años.

Entrar a su casa era entrar a un lugar hermoso.

Muchas veces sus padres me llevaban a las actividades familiares de ellos, a la playa, a fiestas infantiles, a tomar la merienda junto a Nico. 

También Nico tenía a su hermana llamada Verónica, ella era amiga también y me sentía parte de la familia.

Mi familia conocían a Don Ricardo y Doña Nancy (padres de mi amigo) y se tenían respeto y aprecio.

Una mañana Nico me invitó a un cuarto en su casa al que le llamaban “el cuarto de juguetes”

Me sentí feliz al entrar a ese cuarto, tenía juguetes en todos lados, unos que jamás había visto y es que cada que les compraban, jugaban y los guardaban allí.

Entonces vi algo que cambió mi vida en absoluto, al menos definió mi gusto hasta el día de hoy. Sacó debajo de una cómoda una caja extraña, lo abrió y vi por primera vez un tocadiscos. 

En casa de mi abuela había una Radiola antigua que lo cuidaban como oro y no dejaban que nadie lo tocara. Muchas veces miraba escondido detrás de una puerta como mi primo mayor Kike ponía unos discos de vinilo y escuchaba.

Pero ahora observaba un tocadiscos, era como si fuera un pedazo de la radiola y funcionaba con pilas. Entonces Nico sacó un disco de vinilo pequeño (45*) lo puso y en seguida colocó la aguja en el filo del disco que empezaba a girar. La música que escuché en ese tocadiscos se llama “Estrechándome” de Rabito. A él le gustaba y a mi también me gustaba. Hoy cada que la escucho vuelvo a ese momento en el cuarto de juguetes.

Un día Nico dejó de ir a casa y ya no escuchaba sus llamados.

Luego de varias semanas escuché su voz: Roberrrrrr y salí corriendo y él estaba contento. Me contó mientras caminábamos a su casa que había estado en Disneylandia y le dije Noooo, no te creo y me dijo siiii y es hermoso no sabes lo que vi, me dijo que había subido a una montaña rusa grande con su papá y que tenía fotos, las cuales me mostró. Ese gusto de contarme me alegraba porque el verlo feliz también me ponía feliz. “Los amigos disfrutan la felicidad del otro”

Al pasar los años aún no conozco Disneylandia pero tengo ese recuerdo de ponerme contento por él.

Nico estudiaba en un colegio particular donde solo asistían gringos y muchas veces veía a sus amigos llegar a su casa y a pesar que Nico muchas veces trato de presentarme e integrarme a ellos siempre recibí el rechazo e indiferencia. Podía ver el rostro de mi amigo sufriendo por mi causa pero muchas veces la presión social es más fuerte y lo vi alejarse para quedarme solo y regresarme a casa.

A mis 10 años, una ocasión especial ocurrió un domingo por la tarde en que fue a mi casa y desde el callejón me llamó. Me preguntó si quería pasear en bicicleta. Le dije que no tenía una bicicleta. Me dijo: Yo te presto una.

Estando en su casa empezamos a salir cada quien con su bicicleta y me dijo esperemos un momento. Y de pronto de un lado de la calle venias otros niños con bicicletas eran como cuatro y había una niña también. Eran los amigos del colegio de Nico. Lo miré y me sentí  mal, porque ya me había sentido humillado por ellos. Pero no podía irme ya están ellos a unos metros y se detuvieron frente a nosotros, saludaron solamente a Nico y me ignoraron. Entonces ellos dijeron la ruta por dónde manejaríamos y ellos se adelantaron y reían y mi amigo iba con ellos adelante y yo era el último.

Uno de ellos que iba delante de mi volteó la mirada y me dijo: Lárgate!. 

Yo seguí manejando y no se si Nico se dio cuenta que trataban de separarlo de mi dejándome atrás, pero él bajo la velocidad y se puso a mi lado siguiendo mi ritmo de manejo.

Ya habíamos avanzado bastante y ellos empezaron a cantar una canción cuyo coro decía: Márchate, márchate ya!. Y ese coro lo repetían a cada rato

En mi mente no relacioné nada, sólo pensé que cantaban y eso es todo. 

En un momento Nico me dijo, mientras los otros iban adelante cantando ese coro: -Rober en esta esquina que viene nos desviamos y nos vamos-

Y así lo hicimos 

Nico iba riendo y me miraba mientras me pasaba, Vamos Rober, y paseamos por varios lugares. 

No hablamos del tema, pero al llegar nos sentamos en la vereda de su casa. Y en esa quietud del casi anochecer me dijo:

Rober, ¿Escuchaste lo que cantaban? 

Le dije: Si

Me dijo: Estaban diciendo que te vayas y me dio cólera, pero si tú te ibas yo también me tenía que ir, porque tú eres mi amigo. 

Yo sonreí quietamente y él agregó riéndose: Son unos idiotas! y nos reímos