Luigi era un amigo que conocí cuando ambos teníamos 15 años y participábamos en actividades de los Boys Scouts: Teníamos el espíritu de Baden Powell decíamos y participábamos en caminatas, paseos, reuniones y más; si bien nuestra amistad no era fuerte y sólida siempre noté que me respetaba con ese cariño de un hermano.

Los años pasaron y a los 17 nos volvimos a encontrar en actividades sociales y solíamos reír y el siempre tenía la particularidad de decir que la vida es mejor vivirla ahora porque después cuando estemos muertos no se podrá hacer nada.

En cierta ocasión me invitó a su casa, era muy sencilla. Allí descubrí que Luigi vivía con su mamá y que los dos siempre se acompañaban. La señora era algo desconfiada y pienso que quizás ella pensaba que yo tomaba como sus otros amigos. Visité muchas veces la casa de Luigi y siempre él hacía reír a su madre. Una vez entrando en confianza la madre de él me dijo que le ayude a que no tome mucho y que no esté reuniéndose con gente de mal vivir. Noté que su madre (Sra. María) empezaba a confiar en mí.

Ella nos decía que deberíamos ir a la Iglesia y fue así como un domingo por la mañana fuimos a la iglesia junto a la Sra. María. Ver a Luigi sentado como un angelito me causaba gracia y en especial cuando me hablaba bajito diciéndome de lo aburrido que estaba la reunión.

La madre de Luigi deseaba que estemos siempre orientados hacia lo correcto y uno de sus sueños era que leyéramos en algún momento en el púlpito con el micrófono alguna escritura de la biblia…. Pero para llegar a eso deberíamos superar nuestros temores de que la gente nos esté mirando y riéndose de nosotros.

Los días y meses siguientes estábamos en reuniones con amigos. Nunca me he apartado de mis amistades por sus elecciones u otro tipo de preferencias. Siempre he estado con ellos y aun cuando no participaba de sus ideas, me apreciaban, así lo sentía y me sentía cómodo. Llegué a ser el amigo que quizás todos quisieran tener, pero también yo tenía sueños y eso era algo que nadie en ese tiempo me preguntaba.

Luigi siempre me decía que le gustaban las chicas que tenían el cabello largo y yo le decía que a mí me gustaban las chicas bonitas. Lo veía siempre en problemas por ese motivo, por el desorden en el tomar y el tener relaciones sexuales con muchas chicas. Muchas veces lo llevé a su casa ebrio y se lo entregaba a su madre.

Su madre, me dijo una vez que lo ayudara y que le lleve a la iglesia para que se mejore. Hice lo que tenía que hacer, pero Luigi no quería dejarse ayudar, era más fácil que sus otros amigos se lo llevaran a que yo pudiera conseguir algo. Iba a su casa muy temprano los domingos como su madre me había pedido e ir a la Iglesia, pero él no salía, y así estuve intentando varios meses, porque me lo había pedido su madre. Hay veces pensaba que él estaba viviendo su vida y yo no debería intervenir, pero me era difícil dejar todo por la petición de una madre triste.

Al pasar el tiempo yo creo que unos dos años aproximadamente, estábamos en una reunión con Luigi ya que él había mejorado mucho y estaba con otro semblante, mas saludable y me daba gusto verlo. Una noche en esas reuniones de amigos, me levanté para ir a la cocina y tomar agua mientras ellos hablaban en la sala. Al momento de regresar a la sala me quedé parado en la puerta de la cocina y escuchaba a Luigi que hablaba de mí (quizás porque no estaba allí). El dijo algo que no esperaba escuchar. Dijo que él estaba llevando su vida de manera desordenada y que llegó un momento en que ya no quería que nadie le buscara y tratara de ayudar. Pero que él recordaba las veces en que yo iba a su casa los domingos por las mañanas, que recordaba cuando su madre me decía que él no saldría y de las veces que él le decía a ella: dile que estoy mal… Estoy agradecido con Roberto porque a pesar de todo el siguió tocando mi puerta aun cuando yo nunca salí…

Luego entré a la sala y me senté….

Poco después empezamos a ir a la Iglesia y ahora le emocionaba la idea de leer alguna escritura en el pulpito en el micrófono, pero había que esperar.

Una noche nos enteramos los amigos que Luigi estaba con fiebre y que le habían llevado al hospital, su madre nos dijo que él estaba mal y que los médicos le habían diagnosticado una enfermedad incurable (nunca supimos que enfermedad era), a los pocos días Luigi falleció.

Estar en su funeral fue doloroso y sentía tristeza por su madre que se quedaba sola.

Varias semanas después tuve la oportunidad de leer una escritura en la iglesia y mientras estuve leyéndolo, observaba a la madre de Luigi, pienso que ella se hubiera sentido feliz si Luigi hubiera estado en mi lugar. Pero mientras leía y la observaba me vino un pensamiento que me decía: “dile a mi madre que estoy bien”, pero ¿Cómo podía ser? Eran mis ideas o era Luigi que me decía eso….

Al salir no tuve el valor de decirle eso a la Sra. María, porque pensé que se ofendería o que estaba tratando de hacerle una broma. Y así mantuve esto guardado en mi mente por mucho tiempo.

Pasaron varios meses y me dije que se lo diría, así que fui a buscarla y allí en su casa le dije que no piense mal por lo que le iba a decir:

Le dije que el día que estaba leyendo esa escritura en el pulpito de la iglesia sentí a Luigi que me pedía que le dijera a usted que él estaba bien. Perdóneme, no se lo dije porque pensé que eran mis ideas, pero estos meses lo estuve meditando y me viene a la mente ese sentimiento y espero me entienda.

Al mirarla ella estaba llorando y me dijo: Me lo hubieras dicho, no sabes cuánto me hubiera ayudado y me dijo también que me entendía y que ella creía que él se había comunicado conmigo porque era su amigo.

No creo mucho en lo paranormal, pero si creo que algunas veces alguien fallecido puede comunicarse cuando se lo permiten, porque en ese mundo deben existir leyes diferentes a las nuestras. De todas formas, me hizo bien reaccionar a eso que sentí.

En memoria de Luigi